76 Asamblea Mundial de la Iglesia de Dios, Nashville, Tennessee, USA |
Esta declaración fue adoptada el 26 de junio de 2013 por el Comité Ejecutivo Internacional de la Iglesia de Dios sobre su postura oficial sobre el matrimonio y ratificada en todos sus extremos en la pasada 76ava Asamblea Mundial de la Iglesia de Dios, celebrada en Nashville, Tennessee, USA.
La Iglesia de Dios basa sus posiciones doctrinales y prácticas en las enseñanzas de las Escrituras. Su declaración de Compromisos Prácticos afirma, bajo la rúbrica de la Responsabilidad familiar: «El matrimonio es ordenado por Dios, donde un hombre y una mujer se unen espiritualmente como una sola carne (Génesis 2:24; Marcos 10:7)».
Además, la Iglesia se ha expresado sobre la Pureza Moral:
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, por lo cual debemos usarlo para la gloria de Dios (Romanos 12:1-2; 1 Corintios 6:19-20; 10:31). Debemos andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Las Escrituras en varios lugares presentan ejemplos de la conducta carnal que no glorifica a Dios (Romanos 1:24; 1 Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21; Apocalipsis 21:8). Las prácticas pecaminosas más prominentes que aparecen en estos pasajes incluyen: la homosexualidad, el adulterio, las actitudes mundanas (como el odio, la envidia y los celos), la comunicación corrupta (como el chisme, las emociones iracundas y palabras soeces), el robo, los asesinatos, las borracheras y la brujería.
La Iglesia reafirma su posición histórica y bíblica sobre el matrimonio en respuesta al fallo imprudente de la Corte Suprema de los Estados Unidos, del 26 de junio de 2013, en el caso de los Estados Unidos v. Windsor. Este veredicto anula el artículo 3 de la ley de Defensa del Matrimonio, que para efectos de la ley federal, define al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer y, por consiguiente, defiende la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo.
La Iglesia de Dios apoya una definición del matrimonio cónsona con la verdad que la diferencia sexual es una característica importante de la relación matrimonial; que el bien fundamental de la complementariedad en la unión de un hombre y una mujer es esencial para el bienestar de la familia. Un sinnúmero de estudios reconoce la importancia de madres y padres en el desarrollo saludable de los niños. Defendemos un concepto del matrimonio que refleja siglos de sentido común, la realidad biológica, la definición de la Biblia, la tradición judeocristiana y la sabiduría, sobre este tema, de todas las grandes religiones. Sostenemos una posición que aboga por el bienestar de los niños y de la sociedad.
Afirmamos esta declaración sobre dos verdades: el carácter sagrado del matrimonio y la pecaminosidad de la homosexualidad.
La idea del matrimonio no se originó en la mente humana sino en Dios. La Biblia explica que los hizo hombre y mujer el uno para el otro (Génesis 2:18-24) verdad que es reafirmada por el Salvador (Mateo 19:4-6). Dios instituyó el matrimonio y Cristo dijo, «lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe». Por tanto, los seres humanos no tienen el derecho a redefinir el matrimonio para complacerse a sí mismos. La redefinición del matrimonio constituye su negación. Las leyes humanas deben ser juzgadas por las leyes de Dios.
El reconocimiento legal del matrimonio homosexual, a su vez, legitima la homosexualidad, que la Biblia ha declarado como pecado. La homosexualidad viola el orden natural de la sexualidad para el desarrollo y la continuidad de la raza humana. Viola las enseñanzas de las Escrituras, como se demuestra en Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:25-27; 1 Corintios 6:9-10; y 1 Timoteo 1:9, 10. Viola el plan de Dios para el matrimonio y la familia, expuesto en Génesis 2:18-24; Mateo 19:3-4; 1 Corintios 6:9; 1 Juan 1:9. Aunque algunos tergiversan las Escrituras y sugieren que su significado no sigue vigente, la realidad es que la homosexualidad es desagradable ante los ojos de Dios.
La Iglesia reconoce que Dios condena estas prácticas pecaminosas, pero reafirma su amor y preocupación por la seguridad presente y eterna de los que practican este estilo de vida y solamente denuncia su conducta pecaminosa. La Biblia asegura que es posible librarse de la homosexualidad. El capítulo 6 de 1 de Corintios enumera una serie de pecados, incluyendo a la homosexualidad, pero afirma, «... y eso eran algunos de ustedes...». La liberación es una realidad.
Lamentamos el fallo de la Corte y creemos que tendrá un efecto adverso sobre las futuras generaciones, así como resultados demográficos, culturales, sociales y religiosos imprevisibles. Además, instamos a las personas que valoran el matrimonio bíblico, a que tomen las medidas posibles para atenuar los daños a la familia
La Iglesia de Dios basa sus posiciones doctrinales y prácticas en las enseñanzas de las Escrituras. Su declaración de Compromisos Prácticos afirma, bajo la rúbrica de la Responsabilidad familiar: «El matrimonio es ordenado por Dios, donde un hombre y una mujer se unen espiritualmente como una sola carne (Génesis 2:24; Marcos 10:7)».
Además, la Iglesia se ha expresado sobre la Pureza Moral:
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, por lo cual debemos usarlo para la gloria de Dios (Romanos 12:1-2; 1 Corintios 6:19-20; 10:31). Debemos andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Las Escrituras en varios lugares presentan ejemplos de la conducta carnal que no glorifica a Dios (Romanos 1:24; 1 Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21; Apocalipsis 21:8). Las prácticas pecaminosas más prominentes que aparecen en estos pasajes incluyen: la homosexualidad, el adulterio, las actitudes mundanas (como el odio, la envidia y los celos), la comunicación corrupta (como el chisme, las emociones iracundas y palabras soeces), el robo, los asesinatos, las borracheras y la brujería.
La Iglesia reafirma su posición histórica y bíblica sobre el matrimonio en respuesta al fallo imprudente de la Corte Suprema de los Estados Unidos, del 26 de junio de 2013, en el caso de los Estados Unidos v. Windsor. Este veredicto anula el artículo 3 de la ley de Defensa del Matrimonio, que para efectos de la ley federal, define al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer y, por consiguiente, defiende la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo.
La Iglesia de Dios apoya una definición del matrimonio cónsona con la verdad que la diferencia sexual es una característica importante de la relación matrimonial; que el bien fundamental de la complementariedad en la unión de un hombre y una mujer es esencial para el bienestar de la familia. Un sinnúmero de estudios reconoce la importancia de madres y padres en el desarrollo saludable de los niños. Defendemos un concepto del matrimonio que refleja siglos de sentido común, la realidad biológica, la definición de la Biblia, la tradición judeocristiana y la sabiduría, sobre este tema, de todas las grandes religiones. Sostenemos una posición que aboga por el bienestar de los niños y de la sociedad.
Afirmamos esta declaración sobre dos verdades: el carácter sagrado del matrimonio y la pecaminosidad de la homosexualidad.
La idea del matrimonio no se originó en la mente humana sino en Dios. La Biblia explica que los hizo hombre y mujer el uno para el otro (Génesis 2:18-24) verdad que es reafirmada por el Salvador (Mateo 19:4-6). Dios instituyó el matrimonio y Cristo dijo, «lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe». Por tanto, los seres humanos no tienen el derecho a redefinir el matrimonio para complacerse a sí mismos. La redefinición del matrimonio constituye su negación. Las leyes humanas deben ser juzgadas por las leyes de Dios.
El reconocimiento legal del matrimonio homosexual, a su vez, legitima la homosexualidad, que la Biblia ha declarado como pecado. La homosexualidad viola el orden natural de la sexualidad para el desarrollo y la continuidad de la raza humana. Viola las enseñanzas de las Escrituras, como se demuestra en Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:25-27; 1 Corintios 6:9-10; y 1 Timoteo 1:9, 10. Viola el plan de Dios para el matrimonio y la familia, expuesto en Génesis 2:18-24; Mateo 19:3-4; 1 Corintios 6:9; 1 Juan 1:9. Aunque algunos tergiversan las Escrituras y sugieren que su significado no sigue vigente, la realidad es que la homosexualidad es desagradable ante los ojos de Dios.
La Iglesia reconoce que Dios condena estas prácticas pecaminosas, pero reafirma su amor y preocupación por la seguridad presente y eterna de los que practican este estilo de vida y solamente denuncia su conducta pecaminosa. La Biblia asegura que es posible librarse de la homosexualidad. El capítulo 6 de 1 de Corintios enumera una serie de pecados, incluyendo a la homosexualidad, pero afirma, «... y eso eran algunos de ustedes...». La liberación es una realidad.
Lamentamos el fallo de la Corte y creemos que tendrá un efecto adverso sobre las futuras generaciones, así como resultados demográficos, culturales, sociales y religiosos imprevisibles. Además, instamos a las personas que valoran el matrimonio bíblico, a que tomen las medidas posibles para atenuar los daños a la familia
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http://historiaiglesiadedioscostarica.blogspot.com/2013/06/declaradion-sobra-la-reafirmacion-del_29.html